Es en este marco en el que inserta el yacimiento de La Barrera, que sería uno de los asentamientos rurales más importantes de esta zona de Niebla. Desgraciadamente se encuentra muy próximo al casco urbano de Bonares y hasta él llegan algunas de las calles del caserío, por lo que era conocido de antiguo.
En esta zona se extraía también el barro que alimentaba las industrias cerámicas de la localidad y se fue formando una gran plaza de cantera que dio nombre al lugar. En el transcurso de estas extracciones de arcillas plásticas fueron quedando en el perfil de la corta algunas galerías subterráneas y numeroso material cerámico que propiciaron algunas leyendas de tesoros.
Durante los movimientos de tierra de la explanación han sido muy abundantes los hallazgos, tanto de estructuras negativas de almacenamiento, muchas de ellas registradas fotográficamente por los vecinos,como de material cerámico, que ha pasado ante la falta de control a manos de particulares.
Desde un punto de vista de la economía de este hábitat, los descubrimientos de mayor interés son una serie de hornos cerámicos que avalan una importante dedicación a la producción alfarera , algo que ya intuíamos en algunos casos de formas completas solamente bizcochadas, cuando son formas que generalmente están tratadas con una cubierta de vidrio transparente.
Llama poderosamente la atención esta ausencia de piedra o ladrillos, lo que contrasta con la abundancia de cerámica. Bajo nuestro punto de vista, nos encontramos con un tipo de edilicia muy similar a la documentada en los niveles almohades de la ciudad de Saltés.
La continua roturación del terreno donde se extendía el yacimiento de La Barrera ha sido la causa probable de que no se hayan conservado en ninguno de los perfiles de la corta de extracción de arcillas huellas de estos muros, pues la arcilla del tapial se ha mezclado con las del terreno, excepto los pequeños grumos de yeso que delatan que formarían parte del alzado de muros de tapial.
El cuadrado en negro es la situación del asentamiento
Esta circunstancia impide conocer la extensión aproximada del hábitat, pues la labor de roturación ha dispersado los materiales cerámicos y resulta imposible proponer su extensión con otros materiales que se encuentren todavía in situ.
Aunque fuera la producción cerámica una de las actividades que más se desarrollara en el asentamiento de La Barrera, el yacimiento ha pasado a ser conocido por los numerosos silos y cuevas subterráneas que han ido apareciendo a lo largo de los años. La sensación que se obtiene al ver las fotografías realizadas de estas labores es que el cerro estaba completamente horadado, como si de un queso de Gruyère se tratara.
Estas estructuras subterráneas profundizan poco en el suelo, no más de tres metros, y están formadas por largas galerías a las que se accede por pozos verticales de planta circular con pequeños huecos en los laterales que pudieran hacer las veces de escalones para facilitar el descenso. Las galerías, de pequeñas dimensiones, no permiten el desplazamiento a pie, sino de rodillas, y a trechos en sus paredes laterales se abren unos huecos a media altura, donde debían colocarse los candiles para tener iluminado el interior.
Por ello estos huecos están en la mayor parte ennegrecidos por la combustión de las lámparas.
En un primer momento, dada la abundancia de evidencias de actividad alfarera en el asentamiento, nos pareció que estas estructuras subterráneas estuvieran relacionadas con la explotación de arcillas de calidad, extraídas a una determinada cota de los paquetes de margas, en las cuales a veces predominan componentes con más o menos yeso. Pero la regularidad de las mismas y los hallazgos que se han realizado en algunas de ellas obligan a considerar que funcionaron a modo de silos que sirvieron de almacén para la conservación de determinados productos.
La presencia de individuos jóvenes en los équidos, ciervos y venados destaca en el conjunto, y sus restos dominan en el número de restos. En los huesos de venados se conservan huellas de las incisiones provocadas por el descarnamiento, y parece probable el aprovechamiento de la piel para la producción de cuero, lo que supondría que después de recuperar la piel el animal fue arrojado entero al silo.
Lo mismo puede deducirse de los caprinos, pues los restos conservados se corresponden con los residuos de animales de los talleres de curtidores, y ello lleva a suponer que en el asentamiento también tenían lugar actividades artesanales relacionadas con el trabajo de las pieles. Puede plantearse incluso que el uso de individuos jóvenes esté relacionado en última instancia con la producción de pergaminos, indispensable para la realización de los manuscritos.
Otra de las actividades económicas de La Barrera es la producción alfarera. En el transcurso de las últimas obras de urbanización se pusieron al descubierto hornos de cerámica de planta circular, Las cerámicas de La Barrera corresponden mayoritariamente a los siglos XII y XIII, y la dispersión de los materiales obliga a clasificarla no como una simple alquería. De la producción cerámica hablan los hornos y algunas formas recogidas a lo largo de los años, como los ataifores o las cazuelas de costillas verticales sin cubierta vítrea, que estarían destinadas a una segunda cochura para aplicarle la cubierta de vidrio.
Aunque la mayor parte de las cerámicas remiten al último periodo de habitación, de fines del siglo XII y primera mitad del siglo XIII, algunas formas y decoraciones indican que el lugar estaba ya ocupado desde al menos el siglo X d.C., como se deduce de algunos fragmentos de ataifores con decoración de verde y manganeso y determinados tipos de cazuelas.
La barriada que vemos llamada "Nuevo Arenal",sitio donde se encontraba la barrera de Triana y la fábrica de ladrillos de Pedro Barriga.
Juan Aurelio Perez Macias
Bonares(Huelva)