jueves, 27 de abril de 2023

ANÉCDOTA DE LA CRUZ DEL RINCÓN,AÑO 1936.

 Quiero compartir con ustedes una historia, que me narraba mi madre, sobre esta Cruz, la del
Rincón.
Es una historia en minúsculas, porque no está recogida en ningún documento, pero ocurrió, y
fue contada por quien la vivió.
Quiero contarla como homenaje a las mujeres que la llevaron a cabo, porque las mujeres
sabemos –desde hace mucho- de “cruces”, de las cruces que te pone la vida, pero también de
su celebración, porque como dice la copla..”sin cruz no puede haber gloria”, sin esfuerzo y
dolor -que forman parte de la vida- no se crece como persona, no apreciaremos el valor de la
vida.

                                                             

La historia es la siguiente:
Mi abuela materna, también llamada Eleuteria, en nuestra casa de detrás de la iglesia, vio como al comienzo de nuestra guerra civil, empezaron a saquear la iglesia y a tirar imágenes y objetos de ella, por la ventana que daba a mi casa (mi madre entonces tenía 11 años, y lo recordaba muy bien).

 

Al margen de cuestiones políticas, mi abuela, junto a otras vecinas, decidieron que tenían que salvar todos los objetos religiosos que pudieran, y esconderlos hasta que pasara todo aquello.
De modo que, consiguieron juntar algunas piezas de valor de la iglesia, como el cáliz, la custodia y todo lo que pudieron, lo metieron en un esportón, y lo enterraron en el huerto de una de ellas.

 


 

Pero también estaba la Cruz del Rincón, que escucharon que iban a quemarla. Así que, pensaron en esconderla también. ¿Pero dónde? Tenía que ser en un sitio cercano, porque no podían pasearla y que las vieran.
Pues mi abuela, que era una mujer valiente y con coraje, dijo que la guardaría en su casa, en la cuadra, envuelta y camuflada con ramas de eucaliptus, que eran más grandes y la tapaba mejor.
Y allí estuvo la Cruz del Rincón, en la cuadra de nuestra casa, durante la guerra civil. No sé exactamente cuando la sacaron.


Esa es la historia en minúsculas de un puñado de mujeres, todas vecinas y cómplices de la vida, que decidieron salvar algo de nuestro patrimonio cultural, de hacer algo por símbolos que valoraban, de tener ese coraje – lo hacían por la noche, para no ser vistas-, aun acosta de sus vidas.
Siempre me ha parecido una hermosa historia, por eso quería contarla y ofrecerla como homenaje, en este caso, a las mujeres y nuestras cruces.

   ¡VIVA BONARES Y SUS BUENAS GENTES!

Eleuteria Amador Garcia

Bonares(Huelva)
 

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